La Llorona 24 temporadas de tradición y cultura milenaria

Esplendor, tradición, cultura milenaria y especialmente en este año tan difícil para México, fuerza, son elementos claves que bien podrían definir a la puesta en escena con mayor tradición en nuestro país; La Llorona, espectáculo que cumple su temporada número 24 presentándose en uno de los escenarios naturales más hermosos de nuestro país; Xochimilco.

 

La Llorona en Xochimilco de Cuemanco, tiene como misión especial este 2017, inyectar fuerza a los lugares circundantes del lugar, que fueron afectadas por el sismo ocurrido el 19 de septiembre de este mismo año, así mismo mostrar a su público foráneo que ¡Xochimilco está más vivo que nunca! ¡La leyenda continua! Bien podría ser la frase de guerra que define a esta puesta en escena que año con año cautiva a los asistentes, enmarcado por los canales de Xochimilco, La llorona llega a su temporada número 24 y con ello cumple el viejo adagio que dice que los buenos vinos entre más años tienen son mejores, con un inmejorable ambiente, actuaciones de primer nivel, vestuario y caracterización, promete sin lugar a dudas consolidarse aún más en el gusto del respetable. 

No lo pienses más y visita a La Llorona en Xochimilco de Cuemanco, un espectáculo que en verdad no tiene comparación, todo un clásico de la CDMX. 

 

Funciones, viernes, sábados y domingos hasta el 19 de noviembre, boletos en Ticket Master. ¡No te lo puedes perder!

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¡De vacaciones, diversiones decembrinas y nosotros!

By Nuria Lòpez

 

 

 

 Estamos a punto de llegar a ese majestuoso momento de decir “¡vacaciones al fin!”. Pero, aunque la frase suena maravillosa y todos juramos y creemos que finalmente descansaremos, la realidad siempre es otra en estas fechas. Para los que aún asisten a clases, fin de evaluaciones y el tiempo corre y se acaba el bimestre/semestre. Para quien trabaja debe lidiar con cierres de año, finiquitos de todo tipo, además de fuertes compromisos económicos que conllevan las fiestas navideñas y el fin de año. Seamos honestos, estas fechas no son precisamente miel sobre hojuelas.

 

Es por estas razones que en esta ocasión invito a cada uno de ustedes, lectores de GoUp!, a hacer la diferencia en casa y entre la gente más cercana a ustedes. ¿Cómo? Disfrutando y explotando cualquier cosa o lugar que les rodee para sentirse en familia (¡los amigos también son familia!, esa familia que uno tiene la oportunidad de escoger).

 

 

En el corazón de la honorable CDMX, y sus alrededores, hay espacios y actividades que ofrecen la oportunidad de convivir, conocer y aprender sin necesidad de recurrir a altos costos monetarios; distancias largas que te alejen de las responsabilidades laborales o acciones consumistas que te aparten significativamente de las labores académicas. Se nos olvida que podemos ir a los alrededores de Ciudad Universitaria a andar en bicicleta o enseñar a nuestros hijos a hacerlo; rodar algunos kilómetros siendo cómplices de camino siempre deja un buen sabor y de los recuerdos invaluables.

 

También están los parques como Parque México, Parque España, Parque de los Venados, Naucalli, donde niños y adultos pueden disfrutar de una tarde de juegos o bien un café, un cigarro y hasta un postre en una cafetería cercana pueden dar el pretexto perfecto para platicar eso que no nos contamos en medio de la monotonía de la sala y el comedor de la casa.

 

Incluso, si buscan algo más educativo, hay opciones como museos (Dolores Olmedo, MUAC, Antropología e Historia, Museo del Automóvil, Franz Mayer, Castillo de Chapultepec, etc) donde se puede compartir un poco de todo eso que quizá ni sabemos que nos puede fascinar. Palacio de Bellas Artes, El Museo de Minería, y otros museos alrededor de la ciudad, son espacios que albergan arte y cultura de la más preciada e histórica en México. Un paseo por el Jardín del Arte Sullivan -a unas cuadras de Reforma- o el de San Ángel y así caminar entre las obras de arte y gente con creatividad artística infinita. ¿Qué tal sentarse un par de horas, sin presiones y con ánimo de dar oportunidad al arte urbano, para ver a los payasos y mimos que están a un lado de la fuente de Coyoacán?

 

O bien, si los espacios libres es lo que les llama, el zoológico de Aragón y de Chapultepec siempre pueden ser un gran destino para acercarse a lo que difícilmente podríamos ver entre el asfalto y altísimos edificios de la ciudad en la que nos disputamos la supervivencia día a día.

 

No nos perdamos en el sentido comercial y económico de las fiestas decembrinas y recuperemos un poco el sentido del tiempo libre y el espacio abierto para regalarnos lo más importante que tenemos: la convivencia e interacción con la gente que más queremos y con quien menos podemos estar en fechas ordinarias. Aprovechemos el pretexto navideño y los sentimientos para utilizar lo que nuestros rumbos ofrecen para acercarnos a los nuestros.

 

 

 

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¡Un nobel que susurra!

By Nuria López



Renovarse o morir, dice el dicho. Probablemente el premio Nobel a Dylan no es el más ortodoxo que se ha dado, pero sin duda abre horizontes y ofrece mensaje de innovación y propuesta dentro de la cultura. Hay un fuerte debate entre la “alta cultura” y la “baja cultura” (cultura popular) donde se enaltece a la primera y desdeña a la segunda. Sin embargo, ambas son iguales de valiosas para el desarrollo y aportación cultural de toda sociedad.

 

Dylan es músico, sí, pero eso no le resta mérito para escribir y musicalizar cualquier texto que haya generado. Despojar de elementos musicales las letras escritas y dar la oportunidad al texto puede ser un ejercicio interesante para dar juicio y valor al trabajo literario de Dylan. Especialmente recordando que el premio otorgado ha sido "por haber creado una nueva expresión poética dentro de la tradición americana de la canción."

 

Como he dicho ya: innovación, no reconocimiento ortodoxo. Si quisiéramos someternos a lo propiamente ortodoxo valdría la pena recordar personajes como Homero y Safo que generaron textos poéticos para ser interpretados y escuchados, aunque hoy día sólo los leamos. Lo clásico y la propuesta no debería estar peleada, el mismo Dylan desde un inicio ofreció una propuesta musical en el folk rock con sonidos acústicos entretejidos con textos que incluyen protesta, reflexión y contestación a sucesos socioculturales de su época como tantos artistas lo han hecho de manera clásica. Es evolución, una revolución de la mano de la expresión.

 

En mi muy personal punto de vista el premio al trabajo escrito de Dylan es un acierto en muchos sentidos. Es decir, quizá este premio pudiera haberse dado a un cantautor de la talla de Bruce Springsteen, Silvio Rodríguez, Cerati o Facundo Cabral, pero, si se iba a hacer algo tan arriesgado debían dárselo a alguien del que no se pusiera en tela de juicio el reconocimiento y la trayectoria internacional obtenida.

 

La academia sueca hoy sutilmente susurra que es válido el atrevimiento de cualquier expresión que ofrezca una propuesta artística para que después a “alguien más” pueda reconocérsele. Además, de manera muy sutil, dice que está dispuesta a hacerse sonar nuevamente y a que las nuevas generaciones le reconozcan y no se olviden de ella. El Nobel es un premio destacadísimo al que le falta aire y sonido; hacerse notar con semejante debate ha provocado, entre otras cosas, que la gente vuelva a mirarle y a estar pendiente de él. Se renueva y sin duda se niega a morir.

 

A mí todo me parece un acierto. Romper esquemas siempre causa controversia, es un hecho, y la valía de este controversial suceso ofrece oxígeno y denota una luz para incentivar la creación de una cultura más diversa, no someterla. Someter asfixia.

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